22 abril 2012

el insulto

Publiqué este comentario hace cuatro años. No sólo no avanzamos sino que retrocedemos, es frustrante.

el insulto también es violencia

Hace algunas fechas, así titulaba un periódico de tirada nacional un artículo sobre la violencia en el fútbol. No es nuevo, la asociación fútbol igual a violencia existe y los que estamos en contacto con este deporte luchamos para cambiar esta relación. Desgraciadamente, la realidad nos llena la cara de verguenza a menudo. Hay que reconocer que hay personas originales a la hora de insultar, pero para su demérito, hay que decirles a esos narradores del partido que descalificar es lo más fácil del mundo y que ellos desgraciadamente tienen demasiada práctica. Fuera de la originalidad ocasional, uno se encuentra los insultos de toda la vida, aquellos que de tanto repetirse ya parece que no hacen daño. Dice Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba, que "la diferencia entre la violencia verbal y física es una mera cuestión de grado". Cuando se insulta se hace de lejos, cobardemente. Cuando se agrede, se hace de cerca, se toca al agredido, aunque sea con un bote y eso genera ya una relación especial entre estas dos personas, que no se da en la impersonalidad del insulto. Dice también Ortega que "toda violencia es una respuesta inapropiadamente agresiva ante una situación que se percibe como frustrante". La frustración que acompaña a que nuestro equipo no consiga su objetivo inicial, ganar, nos trae por mal camino. Ya podrá el árbitro equivocarse, el rival hacer juderías, que si ganamos todo se olvidará. Pobres de aquellos que no llevan nuestra camiseta si no ganamos. Entonces, nuestra particular caja de los truenos corre riesgo de abrirse y dejar salir a ese en el que no nos reconocemos cuando más tarde recapacitamos, aquel que se sale de sus casillas y antepone la victoria a todo.Dice también Andrés Canteras, profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, que "lo más preocupante es que hay padres que llevan a sus hijos al fútbol, les enseñan el comportamiento agresivo y los socializan en la cultura del insulto, y no tienen la sensación de haber hecho nada malo". Si alguien pregunta por soluciones, la respuesta es pensar, pensar y pensar. Apartarse por un momento de la corriente, y desde la orilla reflexionar sobre lo que de verdad queremos para nuestros hijos.

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