30 abril 2012

Un arbritraje incleible empaña un buen partido del Aficionados B (4-1)

Menos mal que el equipo no se juega nada porque los individuos que nos están tocando en suerte en este final de temporada no tienen desperdicio. La Federación Madrileña debería mirar por la aptitud de ciertos árbitros porque, si el partido es decisivo, pueden provocar incidentes graves.
Se presenta el colegiado impidiendo el uso de calentadores en las piernas pese a la lluvia y el frío reinantes, en virtud de un reglamento que lo que dice es que deben ser del mismo color que el pantalón (lo que todos cumplían). Salta al campo y comienza a pitar a cincuenta metros de la jugada, se pone a discutir con los jugadores sin parar el juego, contesta con explicaciones totalmente absurdas, etc., pese a lo cual el partido transcurre con cierta normalidad. El Sporting se adelanta por medio de un penalti que pareció justo y los errores se reparten equitativamente. Los dos equipos se comportan deportivamente y los jugadores intercambian sonrisas a cada decisión.
En la segunda mitad debió pensar que el penalti señalado no había sido justo porque durante 25 minutos acumuló tal cantidad de tropelías que causaron risas generalizadas hasta en la parte beneficiada. Comienza dando por válido un gol con la mano, justo enfrente de su posición, señala un penalti cuando un jugador local perseguía un balón hacia la línea de fondo y se cae al pisarlo, no expulsa al portero local después de blocar la pelota dos metros fuera del área porque "seguramente se equivocó de línea", pita faltas al delantero que lleva la pelota tras recibir una entrada por detrás, sin que nadie sepa porqué, acaba hasta pitando fuera de banda a favor de los locales cuando ellos mismos acababan de sacar y no había nadie del Sporting cerca y hasta llama la atención porque un cambio debe entrar exactamente por la misma línea del centro del campo cuando lo hacía a no más de sesenta centímetros. El encuentro deja de ser fútbol porque se convierte en una discusión interminable, con el balón en juego pero en medio de un choteo generalizado, divertido, pero sin faltar al respeto porque ambos equipos, especialmente el Sporting, pusieron toda su paciencia por la causa y no hubo un solo incidente. No hubo expulsados por ningún bando hasta el vestuario donde siguió enzarzado en su discusión con el mundo (esta vez por la forma de pago) y decidió que un jugador local estaba expulsado.
Lo malo es que el resultado, inmerecido a todas luces, parece empañar un buen partido del Sporting. Serio, tranquilo, disfrutando mientras pudieron y sin entrar en problemas que solo podían perjudicarle.

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